Los humedales son ecosistemas en los que habitan gran cantidad de recursos naturales y riquezas, tanto marítimas como terrestres. Los beneficios que conllevan los humedales para los seres humanos son muchos: suministros de agua dulce, alimentos y materiales de construcción. Mayor biodiversidad, control de crecidas, recarga de aguas subterráneas y mitigación del cambio climático.

Pese a ello, su conservación y existencia se han visto amenazadas por las actividades agroindustriales que se desarrollan en zonas aledañas.

Según la Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional, conocida como Convenio Ramsar, un humedal es una “zona de la superficie terrestre que está temporal o permanentemente inundada, regulada por factores climáticos y en constante interrelación con los seres vivos que la habitan.”          

Costa Rica puso en vigor este convenio en 1992 y actualmente tiene 12 sitios designados como humedales de importancia internacional, incluyendo el humedal ubicado en el Parque Nacional Palo Verde, situado en el río Tempisque, Guanacaste.

El caso de este humedal y el impacto que tienen las actividades agroindustriales, sobre todo la caña de azúcar en este ecosistema, fue el eje central de la conferencia “Conflictos socio ambientales por el drenaje y la antropización de los humedales, modernización agroindustrial y la exclusión del modelo comunal campesino en la cuenca media del Tempisque.”

La ponencia estuvo a cargo de la historiadora ambiental, profesora e investigadora de la Universidad Nacional (UNA), Yanina Pizarro, y tuvo lugar durante el I Congreso Agua, cultura y territorio en Centroamérica realizado en la UNA en el mes de noviembre.

 “Los humedales son los riñones del recurso hídrico y muchos de nuestros ríos están sumamente contaminados. Además, estos desintoxican los agroquímicos que muchas industrias vierten en el agua. Son fundamentales para la vida, para el ser humano y sobre todo para las futuras generaciones”, explicó la investigadora.

Impacto de la caña de azúcar

El cultivo de caña de azúcar se convirtió en un monocultivo enorme debido a que entre los años 1961 y 1962 Cuba dejó de producir caña de azúcar y toda esa producción se distribuyó en países de América Latina.

Históricamente en Costa Rica, la caña se cultivó en el Valle Occidental; sin embargo, con la movilización agrícola que se desarrolló en las décadas de 1950 y 1960, la actividad se expande a otras zonas como Turrialba, San Carlos, Zona Sur, Puntarenas y Guanacaste, incluyendo al Valle de Tempisque.

De acuerdo con Pizarro, esta implementación de la actividad azucarera tiene un gran impacto en la zona donde se realiza.

“La tecnificación excesiva y la práctica como tal del cultivo de caña de azúcar genera muchos impactos ambientales que van desde el humo, la contaminación y la excesiva utilización de agroquímicos, hasta la gran cantidad de agua que se utiliza para la irrigación en épocas donde Costa Rica, por ser de clima tropical, prácticamente no tiene lluvias”, enfatizó la historiadora.

Protección de los humedales

Para detener el daño ocasionado al humedal y a sus zonas aledañas, la investigadora de la UNA considera que debe existir una adecuada interconexión entre las empresas agroindustriales, las poblaciones locales y el recurso ambiental es clave.

“Los ingenios han hecho esfuerzos significativos para mejorar el impacto de sus agroindustrias, pero todavía hay mucho que hacer. Si se realiza una adecuada planificación de las empresas, en conjunto con los demás actores sociales involucrados, estos pueden articularse y mitigar el impacto ambiental”, dijo Pizarro.

La investigadora subrayó la importancia de crear conciencia para que la ciudadanía tome acciones que fomenten la protección de los humedales y eviten su desaparición.

“Se debe tener una concientización en la población en general y que la importancia de los humedales llegue a los niños en las aulas. Es un concepto que casi nadie maneja y que muy pocos conocen. Es prioridad que las personas entiendan porque es importante no drenarlos, ya que en ellos está el futuro del recurso hídrico de Costa Rica”, concluyó la expositora.