Los criterios emitidos en los artículos publicados en esta sección son responsabilidad exclusiva de los autores. Primera Plana no comparte necesariamente las opiniones aquí expresadas.
La historia nos llama
Adriana Núñez Artiles* | Jueves 1 de Junio, 2017
Nos costará un mundo –si es que lo intentamos- erradicar de nuestra casa el comején que le ha caído. No será tarea fácil disputarle a los vociferantes, alardosos, mal encarados y resentidos, los puestos de decisión a los que han llegado, muchos impulsados por plataformas partidistas cuyo lema: “el fin justifica los medios” no tiene meta alguna más que alcanzar el poder, para luego ver qué hacen con él.
Muestras del deterioro que estos isópteros ocasionan, son el ruido ensordecedor que promueven, su actuar desparpajado e insolente y la facilidad con que van transformando tradiciones, sanas costumbres y valores, en sombrías, carcomidas y frágiles estructuras.
Lamentablemente, les hemos dejado avanzar a mordiscos y brincos, tanto en la lisa política como en otras áreas del quehacer nacional. Han invadido la institucionalidad del país, apuntalados incluso por personajes cuya ambición no encuentra límites ni final. Y ahora que están posicionados, no hay quien los pare.
Enemigos de la democracia
Un día sí y otro también les vemos asumir posturas incongruentes con el sistema democrático en el que se desarrollaron. Se declaran independientes de cualquier regla, moral o costumbre. Su discurso populista y su atuendo, los identifica con la masificación que pretenden, la cual definitivamente no es por el bien de la colectividad sino para anular cualquier creatividad individual, cualquier amago de marcar la diferencia, cualquier intención de “salirse del montón”.
Han perforado las bases de la ética en la función pública; taladrado los recintos de los Poderes de la República entre risotadas y gritos y sus vicios, greñas, vocabulario, en fin…su pequeñez interior, se ha visto multiplicada a través de la atención que les brindan algunos medios de comunicación para que difundan su vacuidad, entre miles de ciudadanos cuyas metas no van más allá de las básicas funciones del organismo: comer, dormir y defecar…
Tristeza profunda nos causa ver la casa arruinada. Comprobar a través de las noticias, que el comején está logrando su objetivo de tragarse –pedacito a pedacito- lo que nos queda de esperanza. Y lo peor es que muchos de los que nos formamos y educamos en una cultura de paz, libertad y respeto, hasta hace muy poco seguíamos pensando que en las urnas estaba la alternativa para erradicar las plagas que asolan al país.
Ya no. Ahora somos como apátridas. Nuestro destino insoslayable será unirnos con quienes compartamos sueños e ilusiones, costumbres e ideales. No para simplemente fumigar la casa, pues será preciso un sacrificio mayor y más doloroso para terminar con el cáncer de la corrupción, de la vulgaridad. La historia nos está llamando. Nos corresponderá sobre los escombros, construir una Tercera República en la que corran nuevos aires y broten mejores hombres y mujeres.
*Expresidenta del Colegio de Periodistas de Costa Rica
http://slotsiteleri.guru/# yeni slot siteleri