Histórico
Arte e historia enmarcan la Perla Tapatía
| Sábado 20 de Julio, 2013ARTE E HISTORIA ENMARCAN LA PERLA TAPATÍA *Guadalajara es, sin duda, una de las ciudades más interesantes de México Licda. Adriana Núñez Artiles* Periodista, expresidenta del Colegio de Periodista [email protected] ![]() Mi pareja, el Dr. Mayid Barzuna y yo, fuimos invitados por la Sociedad Jaliciense de Odontología (SOJ), que preside el Dr. Alejandro Orozco, a brindar en esa ciudad, una conferencia sobre Odontología Prehispánica y su avance en Mesoamérica, tema de nuestra recién concluida obra, inédita aún en nuestro país, en la cual se establecen –a partir del estudio de piezas dentales con limaduras y decoraciones de los aborígenes chorotegas, que forman parte del patrimonio arqueológico del Museo Nacional de Costa Rica- estrechos vínculos con la civilización Maya que influyó en gran parte de Centroamérica y Belice y por supuesto en el México prehispánico, más de dos mil años atrás. La Semana de Salud Dental organizada por la SOJ, incluyó charlas, clases magistrales, encuentros sociales y varios recorridos que contaron con la participación de funcionarios del área de turismo e historia, quienes despertaron con su valiosa información, el interés de propios y extranjeros en los sitios que citaré en esta reseña. Grande y hermosa es la ciudad de Guadalajara, situada al occidente de México. Su nombre proviene del vocablo árabe que significa “río de piedras” y en ella habitan alrededor de cuatro millones y medio de almas, siendo éste el centro más populoso del estado de Jalisco. Se le conoce por varios y bellos nombres, entre ellos: la Perla Tapatía o la Ciudad de las Rosas y tuvo tres asentamientos antes de posicionarse en el sitio actual. La fundó en 1532 Cristóbal de Oñate, comisionado por el conquistador español Nuño Beltrán de Guzmán y en 1541, por sugerencia de la dama Beatriz Hernández, se establece definitivamente en el Valle de Atemajac. En ella permanecen, cuidadosamente preservados, vestigios de la época colonial que se mezclan con la arquitectura moderna, respetuosa de su origen. ![]() Y en este caso, no ha sido distinto; al contrario, el asombro, la magia y el conocimiento crecen y se multiplican frente a una ciudad repleta de tesoros. Puntos fundamentales: La voz firme y segura de Aracelly nos guía por las escalinatas del Palacio Municipal, que data de 1915 y que fuera previamente no solo la casa de un marqués, sino también la de la Moneda.
![]() Saliendo de este hermoso edificio encontramos cuatro plazas, una de ellas dedicada a jalicienses ilustres, entre los que destacan maestros, abogados, arquitectos y otros muchos ciudadanos que dejaron honda huella en la historia de su ciudad. Dichas plazas dan forma a una cruz latina y al centro, se erige la Catedral, hecha también de cantera dorada, cuya primera piedra se colocó en 1561. Más de doscientos cincuenta años después, a raíz de un fuerte temblor sus dos torres se cayeron. Para reconstruirlas, se contrató entonces al arquitecto Manuel Gómez Ibarra, quien rompió esquemas al recubrirlas de azulejos. Ahora, la catedral ostenta un estilo ecléctico: sus altares son neoclásicos y sus techos góticos.
![]() En la catedral tuvimos la oportunidad de bajar a las catacumbas donde descansan los restos de varios obispos, entre los cuales destacan Francisco Gómez de Mendiola, quien vivió entre 1519 y 1576 y Santiago y León Garabito de 1641 a 1694. Salimos a buscar aire fresco tras la solemnidad del sitio y nos encontramos con la plaza cívica más importante de la ciudad, la “Plaza de Armas” cuyo punto focal es un kiosco francés de 1909, que el ayuntamiento mandó a buscar a Europa con el fin de adornar el lugar y prepararlo para la visita del entonces presidente, Porfirio Díaz. ![]() A pocos pasos de la plaza la fachada del Palacio de Gobierno, exhibe con orgullo un reloj en el cual se nota –cerca del número seis- el hueco del balazo que Julián Medina, allegado a Pancho Villa, le tiró al edificio durante el enfrentamiento entre Carrancistas y Villistas. El edificio se utilizó durante un tiempo para albergar la gestión de Miguel Hidalgo y Costilla en 1810 y la de Benito Juárez en 1858. Posee un impresionante mural en el techo, obra del reconocido artista jaliciense José Clemente Orozco, quien además de manco era miope. Ello no le impidió nunca plasmar su impresionante creación en la que la perspectiva y el significado histórico juegan un papel fundamental. En la pintura prevalecen el rojo y el negro, representando con estos colores y las dramáticas figuras, la inconformidad popular, la lucha de clases, el poder de las fuerzas tenebrosas sobre las ocultas, los círculos políticos y las corrientes ideológicas extremistas. La crítica ![]() Fue precisamente en esa edificación, en la sala que otrora utilizó el Congreso, donde el cura Hidalgo escribe “libertad”. El 6 de diciembre de 1810 se firmó, en la ciudad de Guadalajara, justo en ese salón, el decreto que abolió la esclavitud en México. Con las imágenes de Emiliano Zapata, Venustiano Carranza y otros muchos personajes de la historia mexicana, nos despedimos del histórico inmueble. ![]() Una voz melodiosa y potente nos incita a apurar el paso. Es la de una cantante callejera que se gana unos pesos deleitando a los transeúntes. Deseamos quedarnos para escuchar el final del aria que entona, pero desde el vestíbulo, una de las guías del teatro nos ofrece acompañar esta última visita. Entrar al Degollado, uno de los teatros más antiguos de la nación, es ser espectador entusiasta del intenso movimiento cultural mexicano: su estilo se asemeja al de la Escala de Milán. Su lema “Que no llegue nunca el rumor de la discordia” nos recuerda que el arte une a la humanidad y alimenta el espíritu. El teatro alberga a 875 personas y es la casa de la filarmónica de Guadalajara; allí también encuentran cobijo el ballet, los festivales importantes y otras manifestaciones de envergadura. Es obra de los arquitectos Jacobo Gálvez, quien diseñó los planos e Ignacio Díaz, quien ejecutó la construcción. Posee a la entrada, una magnífica estatua de la Diosa de la Fortuna, hecha en 1870 por el escultor italiano Carlo Nicole y restaurada, muchísimos años después por su bisnieto. Se nombró en honor al Gobernador que impulsó su edificación, Santos Degollado; de estilo neoclásico, posee un bellísimo bajo relieve de Apolo y las musas. El escenario, donde destaca un hermoso gobelino traído de Italia, se estrenó el 13 de setiembre de 1866 con la ópera Lucia de Lammermoor, para la cual se contó con la participación estelar de la actriz mexicana Ángela Peralta. En la bóveda principal, el Degollado exhibe un óleo que data de 1862, en el cual se aprecia el Canto IV de la Divina Comedia (El limbo) y que fue obra de los artistas Jacobo Gálvez, Gerardo Suárez y Carlos Villaseñor. En la cúpula, sobresale un águila de madera elaborada en 1880 por Rosalío De Ávalos, que sostiene en su pico una cadena. Dice la leyenda que el águila nos previene contra la bajeza y la vulgaridad y que si en algún momento se corrompiese el lugar con un espectáculo bochornoso, la cadena caerá y hundirá el suelo. ![]() Entusiasmados a más no poder, a pesar de las horas transcurridas, hacemos una pausa y por un momento, nos detenemos a degustar un delicioso helado de sorbetera, antes de continuar por las sendas del arte, la cultura y la historia de la Perla Tapatía. |
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2024-10-22
MichaelUnfoB

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