El sábado 28 de septiembre se celebró en todo el mundo el Día Internacional del Derecho al Acceso Universal a la Información, instaurado por la UNESCO en el 2016, que resulta ser el componente clave para el derecho a la libertad de pensamiento y de expresión, pero también, un derecho imprescindible para la participación política y democrática.  Este derecho, innato al Ser Humano, constituye la base fundamental y dimensión sustancial de la democracia. La formación de la opinión pública es el eje en torno al cual gira el derecho del ciudadano a estar bien informado, esto lo convierte claramente en un derecho político.

En Costa Rica, este derecho está en grave peligro, con la sentencia de la Sala Constitucional al declarar que se puede ejercer sin tener un título académico. Si la convivencia democrática y social requiere de información y de opiniones necesarias requeridas por el titular de esa información, es decir, el ciudadano mismo, la falta de profesionales idóneos, debidamente  preparados por la academia y que respondan a códigos éticos, lesiona gravemente el proceso democrático de nuestro país, consagrado en el artículo primero de la Constitución, cuando dice que “Costa Rica es una República democrática, libre e independiente…”

En esta estructura informativa del proceso democrático se generan obligaciones y responsabilidades entre los actores: periodistas, empresas, público (ciudadano) y el mismo Estado, que debe ocuparse de que los ciudadanos reciban una buena información, así como que sea de calidad y plural, requisito imprescindible para estimular el debate y la participación política. Sin ellos, la calidad de la democracia se ve seriamente comprometida.

Las responsabilidades éticas y técnico-profesionales no se las pueden dar a cualquier hijo de vecino. En el  campo ético, a través de normas colectivamente establecidas para todos, a fin de generar una convivencia equilibrar entre las personas y cumplir con el objetivo de satisfacer la necesidad última del titular de la información, el ciudadano. Estas responsabilidades se logran al incorporarse a un Colegio Profesional, el cual fiscaliza y castiga, si es necesario, su labor.

La otra obligación del agente transmisor (el periodista) es el de contar con herramientas técnico-profesionales idóneas para satisfacer su responsabilidad de transmitir apropiadamente la información necesaria requerida por el ciudadano.

Estas herramientas son suministradas por la academia, que aporta el conocimiento científico, frente al conocimiento ordinario.  El conocimiento científico aspira a ser racional y objetivo, busca la sistematización coherente de los enunciados fundados y contrastables, frente al conocimiento ordinario que es no sistemático superficial y de carácter acrítico.

Además, las universidades se han preocupado por ofrecer un conocimiento general y humanístico, es decir, que no tenga solamente destrezas periodísticas, sino también una sólida cultura general y una educación interdisciplinaria.

Los nuevos programas responden a los nuevos desafíos: sostenibilidad periodística, extracción de datos, diálogo intercultural, comunicación global, crisis humanitaria, tráfico humano, participación comunitaria, ciencia, bioética e igualdad de género.

El Organismo de Naciones Unidas ha dicho en múltiples oportunidades, que el objetivo básico de los periodistas es servir a la sociedad, informando a la ciudadanía, interrogándose sobre el modo en el cual se ejerce el poder, favoreciendo el debate democrático y, con ello, contribuyendo al desarrollo político, económico, social y cultural”.

Independientemente de los ataques que esta noble profesión reciba de los grupos de poder a lo largo y ancho del planeta, quien se llame o designe periodista debe comprender claramente que su función es servir a la sociedad y solamente, se puede hacer, respetando códigos éticos de conducta y sobre todo, preparándose de la mejor manera, adquiriendo conocimientos científicos de como investigar, organizar, redactar y transmitir la información, y esto, solamente se adquiere en la academia.