El valor de informar: no al acoso
Diego Coto Ramírez | Viernes 4 de Octubre, 2024
En la actualidad, vivimos en una sociedad en la que las mujeres reclaman con mayor fuerza su lugar justo y equitativo en todos los ámbitos de la vida. Este movimiento no solo busca la igualdad de derechos y oportunidades, sino que también cuestiona las estructuras históricas de poder que han perpetuado la desigualdad de género.
A través de diversas plataformas, desde redes sociales hasta manifestaciones, las mujeres están alzando la voz para visibilizar sus luchas, reivindicar su autonomía y demandar un cambio profundo en la percepción y el trato hacia ellas, que, entre otras cosas, busca la erradicación de la violencia de género.
Sobre este aspecto, el país cuenta con legislaciones, políticas y reglamentos nacionales entre la que están la Constitución Política de Costa Rica, la Ley N°8589 Penalización de la Violencia contra las Mujeres y sus reformas, la Política Nacional para la Atención y Prevención de la Violencia contra las mujeres en todas sus edades y sus reformas, entre otros. Asimismo, nuestra nación ha firmado y ratificado instrumentos internacionales tales como la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer “Convención de Belem do Para"; por citar algunos.
Dado lo anterior, el rol del periodista se torna crucial. No solo para informar, sino también para ser un modelo de conducta. Sin embargo, hay una verdad que no podemos ignorar: un periodista no debe acosar a las mujeres. Esta afirmación, aunque parece obvia, merece un análisis profundo.
El Código de Ética y Deontológico del Colegio de Periodistas y Profesionales en Ciencias de la Comunicación Colectiva de Costa Rica (Colper) indica en su artículo 2 que todo comunicador debe “respetar los derechos de la infancia, la adolescencia, las mujeres, las personas con discapacidad y las personas adultas mayores, las minorías étnicas y culturales, el pluralismo y la diversidad, en todos los ámbitos de las relaciones humanas”. En su artículo 28, indica que los periodistas no debemos “…fomentar ni reproducir la apología de la violencia en la cobertura de hechos policiales o conflictos entre sectores de la población, tampoco exaltar los actos violentos y las transgresiones sociales, la criminalidad, los delitos y las conductas lesivas, que violen principios básicos para una sana convivencia. Lo anterior para evitar que se normalice e insensibilice a las audiencias”.
En un video publicado por la página “Mujeres Alerta Costa Rica”, un periodista titulado se graba persiguiendo a una funcionaria pública por las oficinas de la institución llamándola corrupta y “que recibe dinero del narco”, además, también comparte un video íntimo de otra mujer en sus perfiles de redes sociales. Estos ejemplos claros del abuso de poder desde su posición como profesional en periodismo.
Si bien es cierto que el periodismo desempeña un papel fundamental como fiscalizador del Estado, que no solo promueve la transparencia y la rendición de cuentas, sino que también le da poder a la sociedad al informar sobre decisiones y políticas que afectan la vida de todos, esta profesión se basa en la confianza y el acoso no solo la socava, sino que también perpetúa un ciclo de violencia y desigualdad. Cuando un periodista abusa de su posición, no solo traiciona a su profesión, sino también a la sociedad que espera de esta persona profesional un comportamiento ético.
El acoso es una manifestación de poder, y en un entorno donde las mujeres ya enfrentan innumerables desafíos, este abuso de poder se convierte en una doble carga, por lo que es fundamental que los medios de comunicación establezcan políticas claras contra el acoso.
No obstante, la responsabilidad no recae únicamente en las empresas periodísticas. Cada periodista debe hacer un compromiso personal de actuar con respeto y dignidad hacia todas las personas, especialmente hacia las mujeres. Este compromiso debe ser inquebrantable, y debe reflejarse en su trabajo diario. La empatía, la escucha activa y el respeto son fundamentales en la práctica periodística.
Aunque se debe tener en cuenta que el periodista es un servir del bien común, pues tiene la tarea de vigilar para que el Estado cumpla con ese servicio, esto lo convierte en los ojos de la ciudadanía frente al poder, para que esta ejerza su legítimo derecho.
No obstante, esta función pública que ejerce el periodista se debe hacer por medio de la difusión de información precisa y verificable, de la imparcialidad como otro principio fundamental, pues es necesario informar sus sesgos, presentando todas las perspectivas de una historia; la responsabilidad que implica la publicación del hecho noticioso y la transparencia.
Como periodistas tenemos el poder de moldear percepciones y generar cambios en la sociedad, somos quienes debemos de fortalecer la libertad de expresión y de prensa y que debemos de luchar contra todo intento de censura. Sin embargo, para realizar nuestra loable función es imperativo que nos comprometamos a hacerlo responsablemente, para ayudar a construir la sociedad igualitaria que merecemos, donde todas las voces sean escuchadas y respetadas.
Debemos de luchar contra el acoso, no perpetuarlo.
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