PUTIN, SÓLO LOS DÉBILES SE DEJAN GOLPEAR
Juan José Arce Vargas - Periodista Exsecretario general del Sindicato Nacional de Periodistas | Lunes 16 de Diciembre, 2024
El 9 de noviembre de 1989, el mundo Occidental celebraba la caída del Muro de Berlín, los temores del comunismo y la posibilidad de un conflicto nuclear se desvanecieron; días después, en las mismas tierras alemanas brotaba la furia de un hombre que iniciaría la reconstrucción de la Guerra Fría.
El documental Punto de Inflexión: La bomba y la Guerra Fría, dirigido por Brian
Knappenberger, relata cómo se gestó la nueva rivalidad por el poder mundial, en un hombre nacido en 1952, en los empobrecidos patios de Leningrado -antiguo San Peterbursgo- que deambulaba con un grupo de buscapleitos que gustaban de perseguir ratas en los pasillos del colegio. Ese joven, sujeto de bullying por parte de sus mismos compañeros, decidió golpear de vuelta, convirtiendo rema en su vida que sólo los débiles se dejan golpear.
La película “The sword and the shield” (la espada y el escudo) del director Vladimir Basov, de 1968, marcó la adolescencia de ese joven que glorifica el papel de los servicios secretos, toma la decisión de ingresar a la KGB (servicio de espionaje soviético).
Ese joven, de nombre Vladimir Putin, en un principio no era un agente destacado en las labores de contrainteligencia, más bien tenía una carrera discreta, desempeñando labores modestas en Leningrado, su misión, resguardar que todos los funcionarios fueran leales a la KGB, con prácticas y principios similares a la de la mafia organizada. Termina siendo asignado, como agente de la KGB, en la ciudad de Dresden, Alemania Oriental.
Estando en Alemania vivió la caída del Muro de Berlín, fúrico por la debilidad del Secretario General del Partido Comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Mijaíl Gorbachov, en ese entonces, y sus reformas democráticas que terminaron por disolver el imperio soviético.
Conocedor de tácticas de miedo, terror y amedrentamiento, no se explicaba la caída pacífica del imperio soviético, inexplicable el silencio de Moscú, en el instante de la caída del Muro de Berlín, los consideraba que fueron débiles por no reprimir las manifestaciones pacíficas, así lo describió en el libro biográfico, intitulado “First person” (En primera persona, en español).
Rusia había derrotado a la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial, para Putin era humillante regresar a su país sin haber peleado; a su regreso descubrió una nación empobrecida con una calidad de vida inferior a la Alemania del Este, a pesar de que Rusia era el centro de la gran potencia soviética, inclusive ató su lavadora al carro, ante las escasas comodidades en su tierra natal.
La Rusia posterior a la caída de la URSS, vivía en una economía caótica. La mayoría de la población que trabajaba para el Estado soviético comunista quien centralizaba todas las decisiones de sus estados, se enfrentó a una economía capitalista, dominada por oferta y demanda, sin cadenas de suministros ni logística de empresas privadas para garantizar el acceso de productos y servicios para su población.
El pueblo ruso sufrió de escasez y hambre, comienza a repudiar las ideas liberales y el nuevo sistema democrático, llamándolo “mierda-ocracia”. Siempre habrá ganadores y perdedores, fue la época del resurgimiento de los oligarcas rusos, los grandes ganadores quienes compran las antiguas fábricas del régimen soviético a precio de quiebra, ya en manos privadas comienzan a facturar millones, estados con grandes recursos minerales y naturales.
Putin dejó de ser agente de la KGB una vez desintegrada la URSS, debiendo buscar nuevo trabajo, en Leningrado contacta a su profesor de Leyes de la Universidad, Anatoly Sobchak quien se convierte en el primer alcalde, la ciudad era dominada por bandas mafiosas, como los Malyshev y los Tambov.
Putin se encarga de manejar los enlaces de las bandas mafiosas con el alcalde, pero Sobchak pierde la reelección en 1996; encuentra trabajo, esta vez como jefe de la división de propiedades del Kremlin que se encarga de administrar mansiones, las casas vacacionales, hospitales, colegios, automóviles, yates del antiguo régimen, sus márgenes de maniobra política para nuevas y poderosas conexiones eran superiores ahora, escalar a una nueva posición como jefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB), antigua KGB.
Durante la presidencia de Rusia, Boris Yeltsin quien tenía una condición mental no adecuada para su cargo, enfermo con adicción al alcohol, requería nombrar un sucesor que lo protegiera a él y sus allegados, para no enfrentar cargos por actos de corrupción.
Yeltsin designa a Putin que inicia su campaña por la presidencia; casi inmediatamente Moscú sufre una serie de supuestos ataques terroristas, cuatro en total, contra edificios de apartamentos civiles.
Los ataques achacados a grupos separatistas de Georgia, dan pie a la guerra en Chechenia, curiosamente en un edificio, vecinos identifican a tres hombres en el sótano con sacos de explosivos que fueron capturados por la policía de Moscú que resultaron agentes del servicio de inteligencia ruso (FSB). El Gobierno ruso comunicó que se trataba de una operación de entrenamiento, según narra el documental de Knappenberger.
Después de la victoria en la guerra de Chechenia, Putin se convierte en el político más popular en Rusia. Boris Yeltsin abdica, dejando como presidente y jefe de las fuerzas armadas a Putin quien promete seguridad y estabilidad para Rusia, pero no bajo un sistema democrático.
El 26 de marzo del 2000 Putin es electo presidente, manteniéndose al mando del poder político de Rusia hasta el día de hoy, curiosamente lo primero que hizo fue restaurar el viejo himno nacional de la Unión Soviética, gritando al mundo que el sueño imperialista está tomando forma.
Como diría el expresidente de Venezuela que precedió al general Hugo Chávez Frías en el poder: “la democracia tiene una virtud que a veces es un grave defecto, que admite en su seno, hasta a quienes pretenden destruirla”. El Chavismo ha gobernado ininterrumpidamente Venezuela desde febrero de 1999 y Putin desde el 2000, a la nueva clase media rusa poco le importaba el sistema democrático, si tenían estabilidad económica.
Putin tenía el control político del Estado ruso, pero no el económico que estaba en manos de los oligarcas rusos, grandes ganadores de la crisis de la caída de la Unión Soviética; primeramente, estabilizó las finanzas del gobierno subiendo el precio del gas y el petróleo, permitiéndole pagar deuda, aumentar pensiones de los rusos y otros servicios sociales.
Putin quería más que sanar las finanzas del gobierno, comienza a cobrar mayores impuestos a los oligarcas rusos. A dos de ellos, Boris Berezovsky y Vladimir Gusinsky, dueños de las dos televisoras más importantes de Rusia, les expropia las empresas. El 85 % del pueblo ruso obtiene información de la televisión, controlando la información maneja los juicios y opiniones para su mandato.
Putin continua su estrategia contra los oligarcas rusos. Mikhail Khodorkovsky fue el oligarca más poderoso y rico de Rusia, una fortuna valorada en 15,000 millones de dólares hace 25 años, producto de su participación en la empresa Yukos, la mayor petrolera de Rusia que había comprado en la debacle de la URSS.
Khodorkovsky comenzó una campaña de políticas institucionales contra la corrupción, inclusive denunció a la petrolera estatal Rosneft que compró en US$600 millones otra empresa que según sus valoraciones valía US$200. La diferencia de la venta $400 había quedado en manos del líder ruso.
Esa denuncia le valió a Khodorkovsky que en octubre del 2003 fuese arrestado por evasión fiscal; en Rusia el porcentaje de condena es del 99.7 %, por lo que si es acusado es muy probable termine en la cárcel, fue sentenciado a 10 años de cárcel en la prisión de Matrosskaya Tishina, en la región fronteriza siberiana.
Los otros oligarcas sabían que serían los próximos, por lo que preguntaron directamente al presidente Putin que debía hacer para no ir a la cárcel en el documental de Knappenberger señala que Putin dijo “50 %”; necesitaba de los oligarcas para generar riqueza, caso contrario los encarcelaría, en un abrir y cerrar de ojos, Putin se convierte en el hombre más rico del mundo y líder absoluto de Rusia.