Troles y Posverdad: un riesgo para la sociedad actual
Emmanuel Miranda P. | Jueves 9 de Marzo, 2023
Miembro de la Junta Directiva del Colegio de Periodistas y Profesionales en Ciencias de la Comunicación Colectiva
En medio de la campaña electoral estadounidense del 2016, un perfil falso (troll) en Twitter publicó una historia en la cual, personajes de la campaña de la demócrata Hillary Clinton administraban una red de pedofilia desde el local de una pizzería en Washington DC.
Rápidamente, la mentira corrió por las distintas redes sociales y terminó uniéndose a las teorías conspirativas de QAnon surgidas en 4Chain. Producto de ello, el 4 de diciembre de ese mismo año, Edgar Maddison Welch, de 28 años, condujo de Carolina del Norte a Washington con un rifle militar, una pistola y 29 rondas de munición, se dirigió a la pizzería y entró a ella lanzando disparos que, por suerte, no hirieron a nadie. Su misión, decía, era rescatar a personas indefensas explotadas sexualmente en el lugar. Para su sorpresa, en dicha pizzería no había nada más que alimentos para hacer las pizzas. Ninguna red de pedofilia se organizaba en ese lugar. Un troll había provocado con sus mentiras un daño irreparable y había puesto en peligro a trabajadores y consumidores de la pizzería.
El caso de Pizzagate, es un claro ejemplo de los peligros que acarrea el uso de troles en la política. Vivimos en el período histórico donde tenemos mayor cantidad de información a nuestro alcance, donde la información de calidad puede ser consultada con mayor facilidad, sin embargo, seguimos siendo una sociedad muy mal informada. Esto ocurre por el crecimiento de la post verdad, en donde los troles juegan un papel determinante, generando informaciones falsas.
Como bien apunta el periodista José Antonio Zarzalejos, “La posverdad consiste en la relativización de la veracidad, en la banalización de la objetividad de los datos y en la supremacía del discurso emotivo”. Esto provoca una banalidad de la verdad, vista ahora como una interpretación de la realidad, algo no muy diferente de la mentira, que ahora es vista como una posibilidad fáctica.
Cuando el troll ingresa a la política también tiene un efecto devastador. Como vimos en los casos de Cambridge Analitycs, la mentira desde un perfil falso puede cambiar el resultado de elecciones, además de que sirve para imponer agendas particulares que son revestidas con el carácter de interés público. Pero también, acaba destruyendo a todo el que se ponga de frente, busca derrotar la credibilidad de los medios de comunicación, del juez electoral, de los sindicatos, etc.
El hecho de que políticos de cualquier ideología usen troles para atacar a sus rivales y a los periodistas debe ser abordado con firmeza por cualquiera que se auto defina demócrata. No importa si el troll fue pagado o no, para este caso es el mismo, si un político o un funcionario público le pide a un troll atacar con mentiras a un determinado rival o periodista, está atacando a la democracia y no debe quedar impune ese hecho. Como sociedad debemos repudiar ese accionar y los partidos e instituciones públicas quitar a todo el que pretenda lesionar el honor de una persona ocultándose en perfiles falsos. No esperemos que lleguemos al extremo del pizzagate para actuar. Detengamos al troll y a sus patrocinadores ya.
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