Cuando hace más de tres meses, a mediados de julio del 2024, me plantearon aspirar a la Presidencia del Colegio de Periodistas y Profesionales en Ciencias de la Comunicación Colectiva de Costa Rica acepté sin dudarlo.

Soy consciente de la severa crisis que enfrenta nuestra querida institución, los retos que viven los profesionales de las Ciencias de la Comunicación Colectiva, Periodismo, Relaciones Públicas, Publicidad, Animación digital, Diseño Gráfico, Diseño Publicitario, Producción Audiovisual o Multimedia, Tecnología de la Imagen-Fotografía y la oportunidad tan valiosa que se le presenta a un grupo de profesionales intachable, ético y ejemplar como el que reúne Salvemos para devolverles la ilusión.

He conversado con decenas de colegas para tratar de atender sus preocupaciones, de comprender con fineza y precisión en qué debe mejorar el Colegio, cuáles fibras mover para que juntos hagamos equipo y pensemos en grande y lo que he descubierto realmente me entristece.

Hay una ausencia absoluta de seguimiento en el crecimiento de los casi 2.800 profesionales activos. Y, ¿cómo podría fundamentarse esto? Lo planteo con la siguiente pregunta: ¿creen que es suficiente que en el presupuesto 2024 se haya asignado una línea para capacitación de colegiados y empleados de tan solo ¢399.641? ¿Para qué nos alcanza? Si nos comparamos con otros colegios profesionales esta cifra da vergüenza.

Ese dato, que prueba el paupérrimo interés existente por la mejora continua de quienes conforman la gran y querida familia del Colper, realmente terminó de convencerme de porqué hay tantas personas que se quejan de la débil gestión en ese sentido.

Me declaro amante del trabajo en equipo, de delegar tareas para que todo funcione a la perfección y proyecto un cambio importante en las decisiones urgentes que deben tomarse para enderezar el rumbo. Centralizar en unos pocos los deberes es un ejercicio irresponsable.

Salvemos representa el espíritu luchador que caracteriza a los colegiados, plantea sembrar en el corazón de cada uno ese sentido de pertenencia que nos hace falta, promete darles valor a sus vidas y que, al hablar del Colper, brote ese orgullo, porque desde el seno de la administración surge ese interés auténtico de que vivan alegres y de velar por su bienestar.

Nos hace mucha falta sentir eso y dejar de lado ese pensamiento de que estoy colegiado porque toca y más bien que se convierta en algo que nos entusiasme.

Me declaro una defensora del derecho a la información, la libertad de expresión y de prensa, he predicado con el ejemplo y cuando ha sido necesario me he lanzado a la calle para reclamar contra leyes que pretendan amordazar el ejercicio profesional.

Me extraña que con un nuevo Código de Ética no he visto que se organizara un solo evento, una sola capacitación, una sola reunión en este 2024.

Me duele muchísimo cómo una junta directiva, en tiempo récord, aprobó una inversión millonaria en Coopeservidores sin que siquiera su propia Fiscalía, con voz, cuestionara si era la mejor decisión. Y los famosos estudios técnicos se resumen en que como era el interés más alto del mercado, entonces había que meter el dinero ahí, sin siquiera pensar que a mayor interés, mayor riesgo.

La actual administración debe asumir el error grosero de haber colocado esa plata en una entidad financiera que fue declarada inviable. Y eso que solo estoy mencionando las inversiones del Colper, porque las del Fondo de Mutualidad también suman. En total, las tres por un monto de ¢440 millones, casi $1 millón.

Más me indigna que tan solo cuatro días antes de que el periódico La Nación publicara la debacle financiera de Coopeservidores, en marzo del 2024, la administración del Fondo depositara los últimos ¢50 millones en un certificado de depósito a plazo del que retiraremos polvo.

¿Y así nos dicen que esta junta directiva ha hecho una labor impecable y eficiente? ¿Cuándo se van a disculpar públicamente por perder nuestros recursos? Son datos veraces.

Asumo con seriedad la defensa de cada cinco de los colegiados.

Como real es el hecho de que la recaudación de ingresos va en caída libre, de que a partir del 2028 la institución será inviable financieramente y de que urge un plan de generación de ingresos para estabilizar la situación.

Invito a cada uno de los colegiados que nos apoyen, que se unan a este gran equipo, cuyo objetivo primordial es representarlos con dignidad, sin dividir, con respeto y cariño.

Esta es la elección más decisiva desde que el Colegio nació, en 1969. De esto depende que siga operando o que se desvanezca para siempre. Y ningún instituto podrá sustituir su función.

¡VOTE POR UN COLEGIO FUERTE! ¡VOTE POR SALVEMOS EN LAS TRES PAPELETAS!