Comentario: LA PRIMERA NOCHE TRANQUILA
Álvaro Campos Solís | Viernes 17 de Mayo, 2024
La primera noche tranquila es aquella en la que María se acuesta con la muerte, según nos cuenta el autor de esta hermosa novela, el amigo y colega, Miguel Martí.
Creo que estamos frente a una obra trascendental.
Una novela extraordinaria y altamente controversial, pues de lo que trata es la aplicación de la eutanasia, un acto castigado por la ley y cuestionado por los grupos más conservadores, entre ellos la iglesia católica y las iglesias cristianas, así como los partidos políticos liberales.
Precisamente por su temática, su análisis resulta complejo y delicado. Al mismo tiempo nos ofrece una excelente oportunidad para fortalecer nuestro bagaje cultural
Un drama humano escrito con rigor y buen gusto. Un intenso combate entre el miedo y el amor.
Es el miedo a la muerte el que se convierte en la sombra de la protagonista, hasta que ella sucumbe a los embates de un cáncer.
Huyendo de la quimioterapia, de la mano de la fe y la desesperación, María viajó a Talamanca y a México donde cayó en manos de curanderos y chamanes que le recetaron bebedizos, menjurjes, rituales con baños, sesiones entre candelas multicolores, infusiones y hasta polvos obtenidos de algún animal exótico. Eran lugares que olían a incienso…y a trampa.
Incluso viajaron a Buenos Aires. Allí un médico le inoculó a la paciente semen de toro, con buenos resultados, mas no concluyentes. El periplo los llevó por Italia y Alemania.
Bastante difícil leer y llorar al mismo tiempo. En algunos tramos de esta novela, las lágrimas impiden la lectura por lo que hay que quitárselas a manotazos. Al diablo con ese cuento de que los hombres no lloran.
Ciertamente, en la vida hay muchas razones para llorar, un buen libro lo confirma.
Es lo que me ha ocurrido desde el momento en que decidí conocer el contenido de están novela, de carácter autobiógrafo, del escrito y periodista Miguel Martí. Ha sido una experiencia gratificante.
Creo que este libro debería de ser de lectura obligatoria en distintas facultades y escuelas universitarias. No debería de faltar en las escuelas de periodismo, de manera que las nuevas generaciones de comunicadores conozcan lo que es capaz de hacer un periodista con cultura y con agallas no solo por la mujer amada, sino también por la sociedad.
Enfrentarse a la alta burocracia de la seguridad social (ministros vice ministros, regentes de farmacia), así como a la desidia y desinterés de que también exhiben los empresarios del mundo farmacéutico, tiene que ser complejo y frustrante.




