Primera Plana
Opinión


SINART sin resistencia al cambio

MSc. Xiomara Cubero Marín | Lunes 27 de Octubre, 2025

Los tiempos cambian y con ellos cambia la forma de comunicarnos en sociedad.  Internet vino a transformar en primera instancia a los medios y con ellos al receptor, que hoy ha dejado de ser un actor pasivo, para convertirse en un protagonista activo, deseoso de influir en los contenidos que eligen disfrutar, ya sea por medio de televisión abierta, por cable, o por medio de la televisión conectada (plataformas de streaming y aplicaciones que se imponen en este nuevo escenario social).  

 

El Sinart de finales del siglo pasado, particularmente Canal 13,  marcó una importante revolución en la forma de producir y consumir contenidos, demostrando que la producción nacional era acogida con gran éxito por el público costarricense, superando en mucho el rating de los programas enlatados que tradicionalmente transmitía la televisión privada, que surgió 18 años antes que la pública.

 

Canal 13 se adelantó a las exigencias de la televisión conectada del siglo XXI, esto gracias a la realización de contenidos en los que la interacción y la participación ciudadana prevalecieron. Espacios como Antorcha, Gente como nosotros, De Pueblo en Pueblo, Somos como somos y Facetas del Terruño, pusieron al televidente como protagonista, era la gente el centro de cada una de estas producciones televisivas.  

 

Según reza la historia, la comunicación interactiva, en tiempo real, fue un hecho en Canal 13, desde 1978 con transmisiones en directo, cuando se enfrentaban estudiantes de diferentes colegios para demostrar sus capacidades y conocimientos, cuando cada comunidad se expresaba abiertamente dando a conocer sus tradiciones, costumbres de su gente. En ese Canal 13, cada comunidad se preparaba para recibir las cámaras de televisión con el fin de expresar su arte, música, su folclor, también se encendían los fogones de nuestro terruño para compartir la auténtica gastronomía de cada pueblo. 

 

En los albores de este nuevo siglo, con los avances tecnológicos en su máximo esplendor, y públicos cada vez más exigentes y diversos, obligan al SINART a replantearse su forma de comunicar, siempre de servicio público, pero tomando en cuenta que está de cara a un nuevo espectador activo, que navega entre infinidad de posibilidades que luchan igualmente por cautivar su atención. 

 

Abrir las puertas del SINART a los nativos, estas nuevas generaciones que requieren espacios propios para hacerse escuchar,  y permitirles proponer un nuevo estilo de comunicación, es una puerta que conduce a un verdadero Nuevo SINART, que se ajuste a las necesidades de comunicación de nuestros días, donde prevalezca la promoción de la democracia participativa, los Derechos Humanos, el reconocimiento de la libertad de expresión e información,  el pluralismo, la diversidad de género.  Todo esto con canales abiertos para interactuar en tiempo real y difundir sus diversas visiones del mundo, sin exclusiones sociales, económicas, políticas, étnicas, geográfica o culturales.

 

El SINART debe aspirar a la mayor audiencia posible, garantizando así su sostenibilidad económica, ofreciendo contenidos diversos de calidad, que impacten a los diferentes públicos, desde la niñez hasta adultos mayores, aprovechando los nuevos formatos y las nuevas tecnologías que facilitan el aporte de contenidos que surgen de las bases de nuestra sociedad. Por otra parte, debe dejar atrás la resistencia al cambio, pues estamos enfrentando una transformación radical en la forma de acceder a los contenidos audiovisuales, ante un progresivo alejamiento de las formas convencionales de hacer radio y televisión. 

 

La juventud, innovadora y creativa, puede, sin duda, inspirar un nuevo horizonte que los conservadores temen y por lo cual satanizan, ignorando que para resurgir se requiere capacidad de anticiparse, prepararse, responder y adaptarse a los ineludibles cambios que nos trae el paso del tiempo. 

 

El relevo ha llegado, nuevas voces y talentos, nuevos contenidos y formatos, son indispensables para  revitalizar al SINART, sin olvidar la razón de ser de los medios públicos, que deben inspirar confianza, garantizar independencia política y poner a las comunidades en primer lugar, ya que no se trata de transmitir contenidos, se trata de construirlos de manera colectiva. De esto depende el éxito de un Nuevo Sinart, con una historia que invita a ser recordada y usada como plataforma para el desarrollo sostenible de sus medios de comunicación.

 

 

 

 

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