Cuando se lucha por una cárcel para ayer y se relega el hospital nuevo para Cartago, con una ESPERA DE 30 AÑOS, todo está dicho...

Con discursos de reclamos y culpas ajenas, pinceladas populistas y vídeos típicos de plazas públicas para cosechar votos, en medio de la manipulación y la vestimenta con ropajes ajenos, la soleminad presidencial se extingue; es una quimera...

No hay mucho que analizar. No hubo, ni por asomo, el efecto sorpresa. Una función dirigida al tico básico que come cuento, que casi todo lo cree de buenas a primeras.

Si un supuesto líder recurre a personas humildes, en su mayoría, y de todos los sectores para legitimar, avalar, divulgar y hasta distorsionar las obras del oficialismo, es porque en el fondo la cosecha es poca, saltan  dudas y afloran versiones encontradas. Una desesperación por convencer.

El tiempo se ha desperdiciado en gran medida por la confesa intención de dinamitar puentes antes que dialogar con la oposición. Qué panorama más gris. Costa Rica no merece aberraciones y ocurrencias tan nefastas en pleno siglo XXI.

¿Qué se puede esperar de quien rechaza efectuar abonos para disminuir la deuda con la CCSS y asegurarle, así, una mejor atención al pueblo en el sagrado campo de la salud?

La indiferencia por obras sociales no tiene parangón, así como la eneficiente ruta del arroz que quebró a muchos proctores nacionales y dejó millonarias ganancias a los importadores del grano. 

Pero entre lo más inadmisible está la ruta de de la educación que a estas alturas nadie conoce, solo sabemos que la educación pública decayó y refleja un caos como nunca antes.

Por dicha la gran mayoría de los costarricenses no somos básicos como para creer las fantasías de un irresponsable que todos los días atenta contra nuestro régimen de derecho y, evidentemente, desconoce la Constitución Política. 

¡Nunca más!