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Su Criterio


El periodismo que queramos labrarnos

Luis Barahona Monge Periodista | Viernes 19 de Febrero, 2016

Un colega me pregunta   ¿A cuáles medios querés "volver a controlar", considerando que NUNCA han estado bajo nuestro control?, y  le respondo cierto es que, administrativamente, nunca han estado bajo nuestro control, pero la dirección del contenido sí, y eso es lo que tenemos que recuperar.

Y agrega que los medios llamados tradicionales (o las plataformas tradicionales como el papel y las ondas hertzianas) ya van de salida y que también va de salida el estilo "tradicional" de hacer periodismo, la pirámide invertida y demás, pues ahora cualquier teléfono inteligente con capacidades multimedia y conexión a internet es un medio de comunicación.

Colegas, nadie puede negarlo. El Periodismo se encuentra en transición, pues tal y como usted lo dice, los periodistas de libreta y lapicero le dan paso  a los portadores  de teléfonos inteligentes con la aplicación de Twitter, perfectamente preparada para desplegar mensajes de 140 caracteres; portátiles con baterías cargadas al 100%; e, incluso, un pequeño libro de notas (solo por si acaso). Pero, popularizar la comunicación y hacer periodismo o administrar un medio de comunicación colectiva son cosas muy diferentes. 

Para el colega, ahora hay más posibilidades que antes para que un periodista controle un medio de comunicación, lo cual es cierto, pues ya el capital no limita al periodista a tirarse al agua. Sin embargo, a la nueva generación la limita la creatividad, la solidaridad y la búsqueda del bien común, sobrándole el egoísmo, el orgullo y la falta de humildad para reconocer que solo el trabajo en equipo permite alcanzar el éxito y, sobre todo, lo limita la alta competencia.

Los medios de comunicación ya no deben ser rápidos, deben ser los más rápidos, pues además de los periódicos digitales existentes, muchas personas se encargan de publicar, compartir o comentar con el resto de la sociedad a través de redes sociales, utilizando pruebas y documentos propios para asegurar la autenticidad de la información, “matando” así lo que hace unas tres décadas atrás era una exclusiva, o una noticia de portada.

Operación rescate

Considero que ha llegado el momento de iniciar la OPERACIÓN DE RESCATE DEL PERIODISMO. En en un contexto en el que las inquietudes laborales se suman a las profesionales. En un mundo globalizado, abrumado por las nuevas tecnologías que otorgan una capacidad de comunicación individual y masiva como nunca antes pudo soñarse, ¿qué papel juegan los medios tradicionales?, ¿cómo se va a organizar y financiar el trabajo de los periodistas?, ¿qué utilidad y relevancia social mantendrá de cara a la formación de la opinión pública?

En varias conversaciones con amigos administradores y financistas que sostuvimos sobre este tema, me alertaron sobre la necesidad de advertir a mis colegas respecto a otra tentación: la de dibujar un mundo de utopías morales sobre el valor de los medios, sin resolver el problema de cómo han de financiarse. Se concluyó  que la cuestión del financiamiento es más relevante para la convivencia política de la idea, que el tipo de soporte físico (papel o pantallas de cristal líquido) que los lectores utilicen a la hora de leer las informaciones y análisis que les interesan.

El consejo de ellos puso de relieve que, sin la existencia de un periodismo profesional sustentado por empresas comerciales, la independencia crítica y la libertad de expresión se verían amenazadas, tal y como hoy ocurre, es decir volvemos a ser DEPENDIENTES DE…

Esto no quiere decir que reneguemos por completo de los sectores públicos y privados, o de otras opciones publicitarias de organizaciones sin ánimo de lucro. Recordemos que la importancia social de la prensa, en todas sus versiones, ha justificado durante siglos que los poderes políticos ampararan o facilitaran su actividad, sin que eso tuviera que suponer una merma de su independencia, aunque en la actualidad el peligro asecha ante la baja de la publicidad privada.

Recordemos que, en el siglo XIX los ferrocarriles británicos adaptaron sus horarios a las necesidades de distribución de los diarios, y hace apenas cuatro años el Gobierno de Sarkozy elaboró medidas de urgencia que permitieran a los periódicos hacer frente a la actual crisis. No por eso la prensa ha sido más complaciente con él en la campaña electoral. Un periodismo democrático no puede estar universalmente patrocinado por gobiernos o fundaciones. Debe regir en él la norma de la competencia, tanto como la de la cooperación.

Tabla de salvación

Para mí, debemos crear una organización empresarial en donde la democracia, la solidaridad y el bien común sean los pilares sobre los cuales se levante. Que nazca con una clara vocación práctica que, además de la defensa de los profesionales de la comunicación y de sus intereses, se proponga incentivar la creación de nuevos medios de comunicación desde donde se practique un periodismo diferente, de calidad, riguroso, ético y honesto, que nos evite cometer los errores del pasado.

Culpar a Internet y las nuevas tecnologías de la crisis es engañarse. Según Peter  Rusiñol, periodista español, la actual crisis de los medios tiene más que ver con el capitalismo de casino que con la desintegración de un modelo de negocio. “El problema”, afirma Rusiñol, es que “donde antes había empresas propiedad de editores de periódico, hoy hay empresas propiedad del sector financiero [...] El problema es que la banca se convierta en editora de prensa” ya que  ellos solo piensan en función de rendimientos, no de contenidos informativos.

Ante esto, ¿QUÉ PUEDEN HACER LOS PERIODISTAS? La respuesta es gestionar ellos mismos los medios y volver al periodismo independiente de toda la vida. No se trata de inventar nada, pues en todo el mundo hay experiencias de medios de comunicación que han apostado por la fórmula cooperativa y los beneficios son amplios.

Quizás, una de las más exitosas sea el Die Tageszeitung, un diario fundado en Berlín en 1979, vinculado inicialmente al movimiento ecologista. En 1991 se constituyó como cooperativa y actualmente dispone de casi 12.000 socios (que son los propietarios del medio), un capital de 10 millones de euros, 250 empleados y 45.000 personas suscriptoras.

Para finalizar les digo que, en una sociedad sumergida en la abrumadora cantidad de información que las redes aportan, y en donde se confunden verdades con mentiras, calumnias con denuncias ciertas, injurias con críticas fundadas y rabietas con protestas cívicas, el periodismo profesional no solo tiene un futuro, sino que resulta más necesario que nunca. 

De ninguna manera este periodismo profesional puede ser sustituido por eso que hemos dado en llamar "periodismo ciudadano", a pesar de las admirables contribuciones que a veces produce.

Las innovaciones tecnológicas no nos encierran en un universo fatal e irremediable. Antes bien ofrecen una inmensa y nueva oportunidad. Todos somos fruto de nuestros propios deseos y decisiones, y el futuro del periodismo será, al fin y al cabo, el que los propios periodistas queramos labrarnos.

 

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